13/5/10

Al principio de todo, el amor

El ser humano es tan simple que le basta una mañana de lluvia para ponerse tontorrón, nostálgico o incluso romántico. Ah, el amor. Qué decir sobre él. Inunda canciones, abriga a los poetas, consuela en los desastres… pero lo cierto es que es una de las cosas más difíciles de explicar.

Pues bien, tengo un mensaje que dar. A todos aquellos que no se han enamorado, los escépticos, los pesimistas y los que se ríen de toda esa historia de medias naranjas y almas gemelas…..un día os tocará, es vuestro destino. No lo digo yo, lo escribió Platón hace unos miles de años en un libro llamado “El Banquete”. Espero que os guste y al acabar levantéis las copas y brindemos: "por el amor".

En primer lugar, tres eran los sexos de los hombres, masculino, femenino y uno tercero que era común a esos dos, el andrógino. En segundo lugar, la figura de cada individuo era por completo esférica, con la espalada y los costados en forma de círculo; tenía cuatro brazos e igual número de piernas, y dos rostros sobre un cuello circular, iguales en todo y una cabeza, una sola, sobre estos dos rostros situados en direcciones opuestas, y también cuatro orejas y dos órganos sexuales.

Eran tren los sexos y de tales características por la siguiente razón; lo masculino era un principio descendiente del sol, lo femenino de la tierra y lo que participaba de ambos de la luna. Eran terribles por su fuerza y su vigor y tenían gran arrogancia, hasta el punto de que atentaron contra los dioses. Entonces Zeus y los demás dioses deliberaron lo que debían hacer con ellos, y se encontraban ante un dilema, ya que ni podían matarlos fulminándolos con el rayo como a los gigantes, porque entonces desaparecerían los honores y sacrificios que los hombres les tributaban, ni permitir que siguieran siendo altaneros. Al fin, Zeus tuvo una idea y dijo “Ahora mismo voy a cortarlos en dos a cada uno, y así serán al mismo tiempo más débiles y más útiles para nosotros, al haber aumentado su número”. Dicho esto, fue cortando a los hombres en dos. Y a todo aquel al que iba cortando, ordenaba a Apolo que le diera la vuelta al rostro y a la mitad del cuello en la dirección del corte, para que, al contemplar su seccionamiento, el hombre fuera más moderado, y le ordenaba también curarle lo demás. Apolo iba recogiendo la piel que sobraba de todas partes en lo que ahora llamamos vientre y la ataba haciendo un solo agujero en mitad del vientre resultando lo que precisamente llaman ombligo.

Una vez que la naturaleza de este ser quedó cortada en dos, cada parte echaba de menos a su mitad y se reunía con ella, se rodeaban con sus brazos, se abrazaban la una a la otra, anhelando ser una sola naturaleza, y morían por hambre y por su absoluta inactividad, al no querer hacer nada los unos separados de los otros y perecían.

Mas se compadeció Zeus y se ingenió otro recurso: trasladó sus órganos genitales a la parte delantera e hizo que por medio de ellos tuviera lugar la concepción en ellos mismos. A fin de que, si en el abrazo se encontraba hombre con mujer, engendraran y siguiera existiendo la especie, y si se encontraba hombre con hombre hubiera al menos plenitud de contacto.

Desde hace tanto tiempo pues, es el amor de unos a otros innato en los hombres y aglutinador de la antigua naturaleza, y trata de hacer un solo individuo de dos, y de curar la naturaleza humana. En consecuencia, cuantos hombres son sección del ser común que en aquel tiempo se llamaba andrógino, son aficionados a las mujeres, y, su vez, cuantas mujeres son aficionadas a los hombres proceden también de este sexo. Pero cuantas mujeres son sección de mujer se interesan por las mujeres y cuantos son sección de varón persiguen a los varones.

Así pues, cuando se tropiezan con aquella verdadera mitad de sí mismos, entonces sienten un maravilloso impacto de amistad, de afinidad y de amor, de manera que no están dispuestos a separarse unos de otros ni siquiera un instante. Pues la causa de esto es que nuestra antigua naturaleza era esa que se ha dicho y éramos un todo; el anhelo y la persecución de ese todo recibe el nombre de amor. (Platón,  "El Banquete")

2 comentarios:

Chicken Little dijo...

grande mari mari!!! aunque yo últimamente no tengo ni una solo razón para creer en el amor, pero es muy bello lo dice este hombrecillo!
un besote

María Se Ríe dijo...

Patri, qué ilu que me comentes!

A pesar de las decepciones y los palos, es bonito seguir creyendo un poco en esta tontería del amor..¿no? (ay que ver qué facilidad para ponerme cursi!)

Besos!!