24/5/11

Los tiempos están cambiando

Hoy es el cumpleaños de Bob Dylan. Aquel tipo despeinado agarrado a una harmónica y compañero fiel de la nostalgia escribió hace ya mucho tiempo una canción sobre el cambio y el tiempo: "Más vale que empecéis a nadar si no queréis ahogaros. Mantened los ojos abiertos, porque esta oportunidad no volverá a repetirse. Porque los tiempos están cambiando".

Aquella letra podía haberse escrito en los pasillos de la plaza que brilla: la Puerta del Sol. Porque me parece que todo ha cambiado en una semana. En siete días, la cúpula del metro se ha convertido en una inmensa pizarrra del ingenio y el enfado. Las farolas son las guías para no perderse en la marea y los cartones tirados, camas para los valientes. Las dos fuentes se han callado, transformadas en escenarios que esperan un discurso, una palabra huérfana, una audiencia entregada. El reloj de las doce campanadas es el guardián del éxito de los pacientes. El quiosco de prensa, siempre abierto, el único faro del que quieren fiarse los marineros que a veces pierden el rumbo. El caballo de Carlos III es una bandera de resistencia. Los cables, las vigas de esta ciudad de lona y piedra y las cuerdas, tiendas de tender de las que cuelgan frases del pasado recién lavadas.

Si queréis conocer este lugar, todavía hay habitaciones disponibles, con vistas y pensión completa. Por la mañana se sirven churros y se reparten manzanas verdes de madrugada. También hay biblioteca, con cómodos sillones, guardería, un equipo legal muy competente y hasta  una enfermería (de momento sólo da remedios contra la hiperactividad, no ha habido violencia). Hay agua para todos, aunque no es suficiente para calmar a quienes llevan años sedientos.

Pero no os confundáis. Esto no es un hotel con encanto, ni un experimento, ni una anécdota, ni una conspiración, ni una rabieta. Esto es Historia. Con mayúsculas. Es debate y análisis, discusión y reflexión, dudas y aciertos, derechos y deberes, exigencias y sueños, votaciones y aplausos. Es emocionante. Pone la piel de gallina.

Y a pesar de que el mundo parezca girar en otro eje y gran parte de la población siga actuando como el avestruz que esconde la cabeza y no se pregunta nada, seguiré creyendo en la fuerza de la acampada de Sol. A pesar de la prepotencia de quienes han vencido y creen que tienen carta blanca para recortar todavía más y de quienes son incapaces de asumir la derrota, seguiré creyendo en la fuerza de los ciudadanos informados, críticos y valientes que sueñan con un futuro mejor. Ciudadanos que se reunen en multitudinarias asambleas en esta plaza de las Sol-uciones y votan levantando los brazos y las manos. Personas indignadas que forman comisiones para organizarse. Que definen lo que quieren (reformar la ley electoral, eliminar a los imputados por corrupción de las listas electorales, abolir los sueldos vitalicios e incrementar el salario mínimo, regular la condición del becario, implantar la tasa Tobin...y estas son sólo algunas de las propuestas). Que hablan con libertad. Que exigen respeto. Que comparten sueños.

Y si pasa el tiempo y la realidad vuelve a escupirnos, recordaré las imágenes de esos días de la Spanish Revolution. Imágenes de una plaza en la que no se podía respirar, de un grito mudo a medianoche, de "no nos representan", de besos robados, de carteles y firmas, de micrófonos, votaciones, risas, y, sobre todo, orgullo, por haber formado parte de aquellos que un día gritaron: ¡no!