21/6/12

Esto no es una despedida (Segunda parte)

Dicen que los anillos de un tronco cortado miden la edad del árbol. Pero nosotros, ¿dónde tenemos esas señales? Aquí, en los tobillos, la caída del columpio. En los brazos, los círculos rojos de cuándo estudiábamos. En el cuello, los primeros besos y, en la palma de la mano, los vicios y las huellas de un bolígrafo azul. Ojalá. Pero pasa el tiempo y casi parece luz. Hace poco más de un año que llegué a la Sección de Suplementos Especiales y, por más que me esfuerce, no se cómo ponerlo a salvo, no se cómo cazarlo.

No olvidaré abril del 2011. Tuve que escribir sobre los supermercados de barrio y rogarle a una tal Eva de  Mercadona que me diera algún dato. Luego seguí escribiendo. Sobre aeropuertos, cemento, muebles, renovables, calefacción y otros animales salvajes. Era escribir, al fin y al cabo. Intenté explicar a mis amigos en qué consistía mi trabajo. El periodismo funciona así: sobrevivimos gracias a la publicidad, pero hay que disimularla. Así que nos inventamos suplementos. De energía, de internacionalización, de reciclaje. Buscas fuentes, buscas fotos, intentas hacerlo interesante, escribes páginas dobles en una tarde tonta. Ellos respondían con cara de haber entendido: ¿Y cómo dices que se llama la revista? Y como a los amigos se les quiere, de ahí en adelante me resigné a contar anécdotas sin explicar el meollo del día a día. Después entendí que justamente eso es lo que está matando al periodismo.

No olvidaré las producciones de moda. Carmen Lomana paseándose casi desnuda por una suite, Gabino Diego recitando a Calderón de la Barca con botas de militar en un teatro desierto, aquel descampado con una señal que llevaba a Macondo, Raúl del Pozo sosteniendo la cabeza sangrante de un pez espada en la azotea del periódico. Las esculturas de la virgen, la hucha de cerdo que goteaba, el acordeón y los pantalones rotos de miliciano, las vespas en La Latina, las chisteras. 

Recuerdo los favores que no importaban y los que sí, que se llaman compromisos y son, seamos claros, unos señores con pasta que quieren que su nombre aparezca, en letras de oro a poder ser, en mitad del reportaje. Recuerdo las broncas, sin respeto ninguno, por una foto a Soraya Sáenz de Santamaría. Recuerdo las llamadas a los restaurantes, a las consultoras y a la gente de Ifema para explicarles que con una foto de un enchufe chuchurrío de 80kb no vamos a ningún sitio. Recuerdo los Ayuntamientos, los gráficos, los informes que acabaron en la papelera y las cajas de vino que volaron. Recuerdo callar para no saltar, y saltar de la risa en las sillas de ruedas. Recuerdo las frases repetidas mil veces Las fotos las necesito ya. Por teléfono o por correo, como prefieras. ¿Quién quiere galletas?¿Y gusanos?; Rafa, pide los ferros; ¿A qué soy gracioso?; Chicos, que no se repita la capitular, tened cuidado con esas cosas. 

Lo más importante, como siempre, se deja para el final. Y aunque voy a estar ahí al lado hay algunas cosas que voy a echar mucho de menos. A Ana Luz, hermana gemela de Malú, con sus ataques de azúcar, sus observaciones de traductora. Siempre te odiaré un poco por hablar alemán sehr gut . A Nimo, como el pez pero con i, y su contagiosa manía de terminar las palabras con "is", contando con misterio cómo todo lo importante de la vida pasa en bares oscuros, con músicos en medio. Gracias por las series, por los pintauñas, por la confianza, por hacer las tardes siempre mucho menos largas. A Expósito, que mira de reojo, silencioso hasta que corta el aire con alguna frase lapidaria, obsesionado con el Villarato y Manolo García. Te nombro padre del elefante si me sigues llamando ninia. A Jorge, cinéfilo y tranquilo  -¿Cómo vas? Ana Luz, ¿cómo vas?, cada día con un libro distinto en la mano, la cabeza llena de historias y de sueños. Tengo todas las recomendaciones apuntadas. A Javi, tan constante con esa criatura en forma de libro, el definitivo. Con las patatas fritas estuviste menos firme, pero ¿la vida no es placer? Para mí nunca has sido un jefe. Cada vez que vea una pared de ladrillo me acordaré de tí. A Ruisánchez (las Marías, con apellido). Tus mátame camión y tus gafas de pasta. Espero que sigamos destripando Quién quiere casarse con mi hijo sin dejar de leer al Guardián entre el centeno. Y Munera. O Javi. Con sus planes de invadir España para abrir una salida al mar desde Albacete. No se con quién voy a comentar las noticias y los políticos de mierda con los que nos despertamos cada día. Voy a echar de menos esas risotadas, la cara que pones al hablar de comidas, tu desesperación con el círculo infernal cada vez que el ordenador te deja tirado y, a la vez, tu infinita paciencia. 

Son muchas cosas y amenacé con no cazarlas. Termino ya, el drama no es para el verano. A todos y los que faltan -Sara, mi pelirroja preferida. Vas a triunfar en el Escorial. Alba, currante incansable, ¡deja de ganarme al Apalabrados!- Fue un placer, nos vemos pronto. 


12/6/12

El primer diente roto

Aquella niña se parecía tanto a tí que
has querido avisarla
guarda el primer diente roto y el último calcetín perdido
has querido abrazarla los próximos diez años
mira bien los gestos de tu padre y grábalos en tus brazos de arena,
tan finos que se escapan.

Aquella niña hacía música con un caleidoscopio
porque mirar no era bastante
y se escondía en cabañas de paraguas
porque la lluvia era el verano.
Aquella niña
ya no es

Pero, a veces,
la risa atragantada, la inocencia en los vagones,
la piel ganada por cosquillas
lo imposible atado en lazos rojos
la niña vuelve a ser.