17/1/11

La esperanza en Túnez

No he estado en Túnez pero dicen que huele a jazmín. Ahora esos miles de jazmines en Hammamet estarán aplastados y mustios, cubiertos por miles de pisadas de una marea de gente que, sin saberlo, estaba haciendo historia.

El viernes fue un día muy emocionante. En pocas horas caía un régimen dictatorial y en la redacción corríamos y tecleábamos, como siempre intentando ser los más rápidos en contarlo. Primero Zine el Abidine Ben Ali , (23 años afferado al 'trono' y en 28 días el pueblo ha conseguido echarle) anunciaba elecciones anticipadas, luego se decretaba el estado de excepción, entre tanto llamaba la enviada especial del periódico, contándonos que los tenían (a ella y a otros tantos periodistas) retenidos en un hotel sin poder salir. La gente en las calles seguía gritando con todas sus fuerzas y cada vez llegaban más fotos, más noticias, al tiempo que una especie de alegría contenida iba propagándose entre ordenador y ordenador. Y finalmente, el dictador que gobernó sin límites, abandonaba el país, huía presionado por la calle: ése era el titular.

Ha sido y es una revolución inesperada, porque aunque la mecha había empezado a prender en varios países del Magreb, casi todos los expertos y un buen puñado de periodistas apostaban por Argelia como lugar de la explosión. Pero lo más importante es que es una revolución democrática: no es un golpe de Estado, tampoco hay un líder religioso a la cabeza dando órdenes y el ejército, además, se ha mantenido neutral durante las protestas. Ha sido el poder de la gente: estudiantes en paro, trabajadores con sueldos míseros, familias enteras, intelectuales, funcionarios. Todos unidos para luchar por un país libre, sin censura, sin corrupción, con garantías y derechos.

Hay mucho que decir sobre las condiciones que han provocado esta tormenta sin naufragio. Túnez es uno de los países más 'europeizados', su economía es más abierta que la de muchos países vecinos, la condición de la mujer también es más equitativa, la mayoría de la población es joven, ha estudiado y es consciente de que tiene unos derechos por los que vale la pena luchar. Pero además, hay un mártir. Se llamaba Mohamed  Bouazizi, era informático pero se ganaba la vida con un puesto callejero de verduras. La policía le arrebató su única salida para poder comer y la desesperación le llevó a inmolarse. En Internet ya es el padre de la revolución de los jazmines.

Sé que está mal que lo diga yo, pero él era un joven maldito. Lo que hizo desató las protestas. Si una persona con la vida por delante decide acabar así con todo, algo está podrido. Después, Internet y las teclas veloces propagaron la indignación. Las redes sociales se convirtieron en una autopista en la que viajan el cambio y el futuro, tan rápido que ninguna censura puede ponerles freno.

Ahora, en los ecos de la noticia, en la resaca de la tormenta, sigue estando la alegría. Pero la lista de deseos no se ha cerrado aquí. Ojalá Túnez agite a otros pueblos. Ojalá sea el principio del fin de las dinastías y las dictaduras eternas. Ojalá esto sirva para comprender que no todas las revueltas en los países árabes las enciende el discurso fundamentalista. Ojalá esto sirva a los presidentes europeos para ser menos hipócritas (hasta hace dos días, ninguno se atrevía a señalar con el dedo a Ben Ali). Ojalá comprendamos que no se puede vivir en la indiferencia. Ojalá que esta revolución no se quede en palabras escritas en el aire. Ojalá...



Un mensaje bastante claro. Túnez. Reuters.

PD: Aunque son muchos los artículos de estos últimos días que vale la pena leer, recomiendo especialmente "La revuelta de los descamisados" , por Sami Naïr.

2 comentarios:

Javi dijo...

Te ha gustado lo de la "Revolución de los Jazmines" eh! jejejeje

Esperemos que no se quede en nada, los pueblos árabes quieren y merecen la libertad.

Pablo dijo...

Debe ser excitante vivir este tipo de noticias desde la redacción. Esperar que cada nuevo detalle que salga a la luz sea un pequeño paso adelante en la libertad de la gente.