18/1/11

El discurso del Rey

Hoy el día está un poco cinematográfico, puede que sea por la niebla que hay en Madrid, aunque la carrera por los premios de la gran pantalla, que acaba de empezar, también tiene su parte de culpa. Hace un par de días se celebraban los Globos de Oro (¿no les sentará mal que siempre les pongan la coletilla de "antesala de los Oscar?") y el mejor actor parecía no tener rival ni duda: se lo iba a llevar Colin Firth. Así fue y no podía haber sido de otra manera.

Si no habeís visto "El discurso del Rey", poned remedio cuanto antes. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una película. La historia del Rey Jorge de Inglaterra, tartamudo en un tiempo que no permetía vacilación, cautiva hasta al más anti monárquico espectador. Con un guión rápido y emocionante, que pasa de la tragedia a la comedia en cuestión de minutos (como el protagonista) nos traslada a uno de los momentos más importantes de la Historia reciente, el principio de la Segunda Guerra Mundial, para contarnos algo tan sencillo como una historia de amistad y superación.

Pero es evidente que más allá de los diálogos, más allá del famoso discurso final que nos muestra como toda una nación detiene sus vidas por unas palabras de su rey, esta película es, definitivamente, un regalo para dos actores a los que el cine a veces no ha dedicado la atención que merecían. Antes de mencionar al monarca, creo que la interpretación de Geoffrey Rush, el logopeda revolucionario, el amigo fiel, el valiente australiano, el divertido actor frustrado que no teme a nada salvo a su mujer, es magnífica. Merece la pena recordar otros de sus papeles, no sólo en la célebre "Shine", si no otros más pequeños pero no por ello menos admirables: el incansable justiciero de "Los Miserables" que acaba por rendirse, o Philip Henslowe, el paciente "productor" de William Shakespeare en "Shakespeare in love". Versátil como pocos, en esta película, de nuevo, borda su papel.

Y en cuanto a Colin Firth, confesaré que me enamoré de él en la primera entrega de las entretenidas aventuras de Bridget Jones, aunque también me gustó el misterioso galán en "Una familia con clase" (una película que pasó muy desapercibida), o su papel divertidísimo y romántico en "Love actually" , aprendiendo portugués o lanzándose al agua helada en busca de papeles mojados. Inlcuso consiguió transformar una película absurda y bastante lamentable como "Mamma Mía" en algo con un mínimo de gracia (ayudado por Meryl Streep). Y todo esto, sin hablar de lo atractivo que es, claro.

En "El discurso del rey" no sólo tiene la enorme dificultad de interpretar a un tartamudo que, además, va mejorando en dicción a lo largo de la película, sino que debe también ser un rey con un pasado plagado de obstáculos, un padre cariñoso, un líder que debe llamar a la unidad de Inglaterra, un hombre sin amigos, un tipo con coraje y mala leche, pero que gracias a la amistad se vuelve un poco más amable. Si un actor consigue hacer todo esto no sólo se merece premios; necesita otras muchas películas, porque de este lado de la pantalla esperamos impacientes.

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