29/1/13

La súplica


Se ha ido. Se ha ido para siempre y yo me he quedado allí, como un soldado con la bragueta abierta en un disparo, como un Charlot de cera, una Marilyn de bote. Preguntándome qué diablos ha salido mal.

He sido decidida, rápida, no como esa vez en la Gran Vía, bombardeada de paraguas y parejas enroscándose las piernas mojadas. Aquello sí que fue un suicidio y yo tan roja fuera, tan roja dentro. 

En el fondo lo sabía, supongo. Anticipaba la burla, el te lo dije, estáis en puntos muy diferentes. Mira cómo se aleja ahora, fulminante. ¡Estoy aquí! ¿No te doy, ni siquiera, un poco de pena?

Me arriesgué, me tiemblan las piernas, me arriesgué para nada. Y se que me ha escuchado en el eco del frío. ¡Por favor, espera! Yo perdiendo la dignidad y el muy cabrón haciéndose el sordo. Me escuchó suplicar y se hizo el sordo. 




Maldito autobusero, ésta me la pagas. 

Erich Salomon (M. Dietrich)

1 comentario:

moonriver dijo...

Ja, ja, ja. Me ha encantado Mary. ¡Muerte a los autobuseros!