Como un perdedor sin guerra
Como los hombres
que beben para no ver el incendio,
Silban sin
tímpanos, ríen sin dientes
Hay miles de
ojos completamente blancos y tantas manos inquietas
¿para qué el tiempo,
cómo el tiempo, por qué el tiempo?
¿ésta soy yo, sin ojos?
Me escondo de las
heridas pero todo el mundo escupe heridas
Me alivian los
ojos de mi madre, los brazos de mi hermana
Encima de la avaricia
endémica, del paisaje de esqueletos vencidos
Hay hombres que
aman para no caer al vacío
Deseo -el corazón
abierto- ser uno de ellos.
2 comentarios:
Están encima, pero no se ven. ¿Hacen falta ojos para eso? ¿Sin tiempo queda esperanza?
Que las heridas hablen. O salpiquen.
Este sábado vi por enésima vez "La historia interminable" y volví a encadilarme con ese magistral diálogo de Mork y Atreyu, en el que el primero, entre otras muchas cosas, le dice al segundo que un hombre sin esperanza es fácil de dominar.
Así que no la pierdas, no dejes de creer, pues si lo haces, la nada te convertirá en su esclava.
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