2/10/08

Interrail julio 2008-recuerdos




El día 25 de julio amanecemos en Atenas. Hay que pagar 50 céntimos por el agua caliente. A eso de las diez salimos del Hostal rumbo al Acropolis, comprendiendo que ni de broma marinera evitaremos las horas de mayor calor.

Los turistas invaden la polvorienta colina donde se alzan las columnas del Parthenon. Es, sin duda, lo que más (por no decir lo único) que me gustó de Atenas. A la salida, escribo postales mientras esperamos a la sombra. Muchos de aquellos turitas resbalan fatídicamente con el mármol. Ya avisaban en la guía de Ester que entre los peligros de Atenas estaban los dolorosos culetazos por culpa del resbaladizo mármol.

Después de comer un gyros gigantesco y después de que Sara cuente los mordiscos que Marga dedica a cada bocado (Marga come con extremada paciencia), vamos a pedir información sobre los trenes a Tesalónica y a Estambul.



Interior de la Mezquita Azul en Estambul

Como la suerte definitivamente se ha olvidado de nosotras, evidentemente, no hay billetes en el tren a Tesalónica, pero, privilegios del Europass, podemos ir de pie en el tren que tarda seis horas en llegar a su destino.


El concurrido tren llega a las 12 menos cuarto y la gente se agolpa a las puertas de los vagones, poseida por una ansiedad similar a la de aquellas señoras que en las rebajas hacen cola frente a las puertas del Corte Inglés.


Encontramos cinco asientos libres y somos ocho. Jugando al tetris con las piernas, las mochilas y las cabezas, probamos mil y una posturas para que las ocho, de alguna manera, podamos apoyarnos sobre algo que no sea suelo. Suelo que por cierto, además de estar cubierto por capas de polvo eterno, está frio como los témpanos. Finalmente optamos por hacer turnos. En el tren hay mucha gente sin billete, que viaja, con tremenda valentía, seis horas seguidas de pie. Hay personas de aspecto dudoso, piel amarillente y mirada embriagada. Familias. Hombres sin afitar y gente que ronca poderosamente.

A las siete de la mañana llegamos a Thesaloniki. De nuevo la suerte nos vuelve a dar varias patadas en el culo. El único tren a Estambul sale a las siete de la tarde. Qué alegría, solo nos quedan doce horas por delante.



Grecia es un pais muy religioso. Viajando en autobús muchas veces vimos que los viajeros, de tanto en cuanto, se persignaban. Parece ser, descubrimos luego, que lo hacen cada vez que pasan por delante de una iglesia. Además, hay imágenes religiosas por todas partes: en los autobuses, en las estaciones, en los restaurantes...En la cafetería de Atenas, ayer por la noche, se nos acercó un vendedor ambulante que llevaba colgada al cuello una bandeja con los típicos recuerdos y además, cinco o seis cruces doradas, mucho más grandes que las demás "baratijas".

En Estambul, los puestos de mazorcas de maiz estaban por todos sitios


Grecia es también un país en cierto modo abandonado. Las calles de Atenas no estaban cuidadas, por no hablar de las carreteras por las que viajamos desde Corfu. A medida que avanzamos hacía Turquía dejamos atrás varias virtudes de la supuestas sociedades modernas que conocemos: la puntualidad, la buena educación, el trato igual a hombres y mujeres...Hacia el este, no sólo el calor es cada vez más palpable en el aire.


Pero en fin, siguiendo con nuestro interminable viaje hasta Estambul, las casi 12 horas que pasamos en aquella ciudad son, sin duda, las más duras del viaje. El sueño nos acecha a cada paso pero no tenemos donde dormir. El hambre también, pero tenemos que ahorrar, ya se sabe que los mochileros somos gente austera.


Enfin, como bien denominó Marga, las "mendigas de Tesalónica" arrastran sus pesadas piernas por las calles hasta llegar a un pequeño trozo de césped en una plaza muy, muy concurrida. Hartas de buscar algo más parecido a un parque, caemos rendidas allí, ojerosas, derrotadas, objeto de todas las miradas de los cívicos ciudadanos de aquella ciudad.


Finalmente, cuando el sol empieza a arder, comemos (única vez en los 22 días de Interrail) en un McDonalds, en el que izamos la bandera del equipo Quechua (marca conocida que llevabamos en macutos, mochilas y demás equipamiento) por un tiempo casi indefinido. Allí jugamos a las cartas muchas horas, hacemos cálculos tremendamente complicados sobre lo que llevámos gastado a céntimo exacto, nos lavamos los dientes y cumplimos con rigor las tareas íntimas del WC en varias ocasiones, sabiendo muy bien que en las próximas horas todos los baños que nos encontraramos iban a ser infinitamente peores que los de la cadena de hamburguesas.


Foto robada a mi querida amiga Sara, palacio Topkapi en Estambul


3 comentarios:

Iñaki Díaz-Guerra dijo...

Au revoir "letmegotothesea", bienvenu "Jovenes y malditos".
Yo desde luego si que voy a seguir leyendote. xD

Besos.

inaki_dgb.

Anónimo dijo...

..gran gran Scott Fitgerald!
a favor del cambio, aquí sí me dejan comentar manque no sea socia. aunque, ya no veremos ninguna foto más?

yisus dijo...

buen articulo ando buscando hostales Tesalónica