25/2/12

Hay que brindar más

Pulso con el dedo índice la bendita (infecta de bacterias) tecla del enter y, en los segundos que tarda en cargarse el radiopatio de la actualidad, contengo el aliento y rezo al dios del frigorífico (libertad religiosa, ¡chitón!)-Hoy no, por Dios, hoy no- pero, malheur, allí están otra vez. El olor fétido de la corrupción, los millones de parados, los políticos vomitando sandeces, los jueces de Bruselas castigándonos contra la pared, Atenas ardiendo en silencio, los desconsolados niños sin mi pupitre nooo, la policía aporreando a jóvenes que blanden libros como espadas, los casposos salivando, las deudas a punto de nieve para el apocalipsis.  La desgraciada, malnacida crisis. Yo resoplo, maldigo al dios del frigorífico que no me da más que yogures y disgustos, musito un ay señor y sigo, haciendo. 

Y como estoy tan harta, busco y recuerdo cosas que hagan que todo este desastre lo sea menos. Como dijo Nacho Vegas, alzo mi copa hacia el cielo en un brindis por el hombre de hoy y por lo bien que habita el mundo. Amigos, hay que brindar más 

Por los ataques de risa de detonante inexplicable que acaban con alguien quedándose sin aire. Por los niños que aprenden a andar con la concentración de un escalador pero se caen de culo cada tres pasos. Por los dibujos de sirenas y de árboles con casas dentro, por los papelitos voladores que contenían secretos políticos y por los que una amiga doblaba haciendo  grullas (las ranas estaban muy vistas), por los emails bíblicos de Liverpool a Madrid, por las  cartas que mi padre me escribía cuando me iba un mes a aprender inglés (aunque aprendía a robar pares de calcetines de South Park porque lo hacía todo el mundo). 


Por los cuentos de naufragios y pastoras con rebaño que decidían cambiar de sexo que escribía con 10 años. Por la cara de susto que se nos quedó a mi hermana y a mí cuando descubrimos que los pollitos rosas que habíamos comprado en el mercado de Villacañas desteñían al cabo de los días. Por las veces que mi abuela dice ¡Si yo no digo nada! después de haber criticado a media familia. Por la expresión de mi otra abuela, ¡Anda la osa negra!, como quien dice, ¡Anda mi madre! Por aquel chiste que nos contaba de unas monjas con serios problemas de incontinencia. Y por el otro chiste de una niña que se llamaba Nocruces y acababa atropellada. Y nosotros, muertos de la risa.

Porque después del calimocho vino el vino y bienvenido sea. Porque a veces bebimos hasta perder el control. Por los planes para cambiar el mundo, tan sólidos como una catedral hecha con una baraja. Por la tarta de manzana y la tortilla de patatas de mi madre. Por las    veces que se pone tan manchega que a su lado Jose Mota es un piltrafilla. Y por cómo se esconde debajo de la manta cuando tiene frío, como un animalillo asustado. Por los gritos de mi hermana cuando le hago cosquillas detrás de las orejas. Por las veces que me pide que le acaricie el pelo hasta que se queda dormida. Porque las dos arrugamos la nariz con el mismo gesto. Por los libros con los que aprendí a soñar y por cómics que leí solo por acercarme un poco a tí. Por los chicos que juegan a las palas en el Sardinero: menos Nadal y más aficionados con el torso sudoroso. Por descubrirte mirándome, por tus ojos medio cerrados un segundo antes del orgasmo. Por los besos tan largos que nos dejaban los labios rojos. Por los besos que he imaginado mil veces. 

Por Misterioso Asesinato en Manhattan, Con Faldas y a lo loco, los Hermanos Marx y  hasta los momentos inconfensables en los que de la vergüenza ajena pasamos a la risa disparatada con Quién quiere casarse por mi hijo (club de fans para los gódicos ya). Por la música de Desayuno con Diamantes, por Robert de Niro, por Hey Jude, por la canción de la Feria del Este, y cómo no ,por el ababaaa bababaraaaan. Por las canciones que me gustaron desde la primera vez, por las que oí por tí, por las que aprendí a escuchar con el tiempo, por las que me ponen la piel de gallina.

Por aquel día que nos perdimos por las calles de Granada siguiendo a unos gallegos. Por las   playas italianas que aparecen después de deshidratarnos. Por aquel hotel de Atenas en el que el dueño nos recomendó, muy serio, regarnos con la manguera. Porque lo acabamos haciendo.Por aquella vez que hiciste 200 fotos a una sola puesta de sol y tenías razón, todas   eran diferentes. Por la habitación en Londres que nos alquiló un búlgaro que repetía a gritos But where is the wardrobe? Por las carreras en calles desiertas con veinte kilos en la espalda y por la vez que andamos en un precipicio sobre el mar. Por las zanahorias que sacabais en cada tren para matar el hambre (sin conseguirlo, claro). Por todos los viajes que nos quedan por hacer. Por vosotros y los que vendrán. Por el futuro aunque esté jodido. Por el amor que está a punto de llegar. Por los bostezos que se contagian y porque, como dijo el maestro, disfruta del día hasta que un imbécil te lo arruine. 



5 comentarios:

Anónimo dijo...

Porque no hay mejor forma de empezar un domingo resacoso que leyendo un texto tuyo :)
Ah! Una pequeña puntualización: http://9gag.com/gag/2628713

Nacho dijo...

Voy a por un sombrero, para poder descubrirme ante este gran post :). Lo importante para el futuro es que, aunque no haya nada con lo que brindar, sí haya por lo que brindar.

Buen lunes!

Nacho dijo...

Voy a por un sombrero, para poder descubrirme ante este gran post :). Lo importante para el futuro es que, aunque no haya nada con lo que brindar, sí haya por lo que brindar.

Buen lunes!

moonriver dijo...

Cheers!

moonriver dijo...

Cheers!