23/11/10

Camboya y lo que vale una vida

Fotos, titulares y agencias hambrientas mientras pasa la tarde. Carreras desde este teclado hasta otra pantalla unos cuantos metros más allá. Más allá de este lugar, de este suelo, de estas luces fluorescentes... hay países rotos, arruinados, inundados, enfermos, casi muertos. Paises a los que nadie echaría de menos si desaparecieran del mapa.


Y entonces, cuando estoy contando los minutos para irme, cuando ya he redactado unas tres veces que en Camboya han muerto cientos de personas por una avalancha, viene uno de los jefes del periódico. Un tipo con el pelo canoso que se pasea mucho por ahí con las manos en los bolsillos. Escribe asiduamente en la zona de los "protegidos" (también llamada Opinión).

-¿Lo de Camboya como mucho será un breve, no?

Mi jefe responde:

-Son más de 300 muertos. (339, más concretamente, repito en mi cabeza). Lo vamos a dar más grande. Más de media página.

El jefe originario parece sorprendido.

-¿Sí? ¿A cuánto está la vida de un camboyano?


El mundo no se para después de esa frase. Me doy cuenta de que estoy tan acostumbrada a oirlo y decirlo, que ni siquiera siento un escalofrío, o un remordimiento. Durante un instante, intento imaginarme allí, en ese río maldito que se ha convertido en una pesadilla. Pero es eso: un instante.

La crueldad está rozando con el sentido práctico. La hipocresía va de la mano con las buenas intenciones. Y en Camboya, esta noche, seguirá subiendo el número de víctimas.

3 comentarios:

Sandra Olmo dijo...

Pero las cosas están cambiando. Ahora más que nunca caminan entre nosotros libre-pensadores con ganas de ser escuchados. Hay cosas que "a pesar de ser por todos conocidas" necesitan ser dichas con más frecuencia hasta que nos enfrentemos a ellas. Hasta que sean resueltas.
El mundo no cambia hasta que no empieza a ser cambiado. Lo que antes era un comentario que se perdía en una redacción, hoy ha viajado 4000 Km ha llegado hasta mi.

Periodismo del periodismo es parte del principio del cambio.
Adoro leer su blog Srta. Crespo.

María Se Ríe dijo...

Y yo adoro leer sus comentarios, tan en buena estima me tiene usted, querida amiga.

Me alegra comprobar que todavía hay personas (como tú) que piensan que se puede hacer algo útil con este desastre en el que vivimos :)

Besos!!

moonriver dijo...

Se trata de la eterna pregunta: ¿todas las vidas humanas valen lo mismo? Yo quiero pensar que sí, por mucho que nuestra sociedad occidental trate de convencernos de lo contrario.