No sé en qué
momento dejé de escribir. Tampoco recuerdo cuando empecé a olvidar los
sueños de la noche anterior y de las noches siguientes. Pues bien, esta sequía
de textos, esta triste ausencia prolongada se debe sólo a una cosa: el amor.
Hace tiempo
tuve una conversación con un amigo en la que hablamos de cuentos y cuentistas y
llegamos a la conclusión de que casi siempre escribimos cuando estamos tristes.
Cuando hay más espacios que besos, más tiempo que vida.
Los que me
conocéis, sabéis que tengo tendencia a contarlo todo, a desvelar el sorprendente final de
las historias alrededor de una mesa o del otro lado del teléfono, pero estas
teclas negras siempre habían sido una barrera. No vendo carnaza, todavía. (y así me irá
en esto del periodismo)
Pero he cambiado
de opinión y quiero que lo sepáis. Me han jodido pero soy una romántica y
pienso seguir siéndolo. Y después de la espantada general, más bajito, digo: Give
love a chance (Lennon, perdóname, tu encontraste a Yoko).
Conocí a un
chico. Me gustó su pelo y su jersey azul y me dijo que quería vivir en Berlín. Trabajábamos
en el mismo periódico. Al principio no hablábamos mucho. Pero alguna vez dibujamos
el mismo futuro y recordamos un pasado parecido. Hacía frío y era nuestro
cumpleaños. Y en un bar de Lavapiés le regalé un cuaderno. Pasó el tiempo sin
que pasara nada y en abril empezamos a compartir el césped de mediodía. El me
regaló una máscara de un país lejano. Nos esquivamos queriendo besarnos hasta
que un día de mayo nos chocamos.
Y mientras repasábamos la forma de aquellos besos, llegó aquella revolución que hoy parece un
espejismo. Sol y gritos de miles en las noches de mayo. Entonces nació la
esperanza de los que estaban dormidos. De madrugada, entre tiendas de campaña y
delirios de grandeza, los desconocidos hablaban de política y él, en silencio, me abrazaba.
Se acercaba el
verano. Cada día era nuevo. Cada gesto, cada palabra, cada viaje. Juntos nos
asomamos al mar para comprobar que estábamos insignificantemente vivos. Construimos
un lenguaje. Nos aprendimos de memoria la piel y las palabras mágicas.
Un
día de agosto se acabó todo. Tuvo miedo. No hacen falta más detalles. Pero a
veces duele tanto la verdad que prefieres seguir mintiendo. La idea
de separarnos y no volvernos a ver me dejaba como sin piernas. Era como si yo
hubiera echado raíces en su sangre. Recuerdo esa frase que leí hace poco. Siempre hay alguien que lo ha dicho mejor que tú. Pero él no parecía tener sangre, ni fuerza. Así que aquello fue una
despedida.
Después de la tragedia griega, me tocaba hablar a chorros para limpiarme los ojos. Eso hice. Eso y abrir las manos para intentar coger alguno de los interminables remedios que todo el mundo ofrece.
Y después de la resaca, después de huir por avión y en carretera, después de un final del verano que no ha tenido bicicletas pero sí muchas risas, pasta siciliana y brindis con vino, sólo tengo claro que el amor es lo único que de verdad merece la pena. Sé que esto es más cursi que una postal de la Torre Eiffel en un atardecer o una versión cinematográfica de una novela de Jane Austen, pero os prometo que es verdad.
Volveré a enamorarme porque quiero hacerlo. Por los nervios antes de que todo empiece y por las primeras veces. Por la complicidad que se mide en las miradas. Por todos los que lo hicieron antes. Por Shakespeare y por Casablanca. Por las camas que se convierten en refugios. Por las cartas, los poemas, los gritos, los gemidos y hasta los mensajes escritos en el vaho de los cristales. Por los mapas hacia nuevas ciudades, y por seguir creciendo mientras baste una caricia para hacerte sentir vivo.
5 comentarios:
Y estoy segura de que algún día el chico del que te enamores no tendrá miedo y se enamorará de ti hasta el tuétano de sus huesos, echará raíces en tu sangre y nunca nunca se irá de tu lado. ;)
PD: La cursilería es una de las pocas enfermedades que no deberíamos intentar curar.
la manera que lo cuentas justifica todo.
es un texto genial
Ana: Seguro que es así, y de acuerdo en lo de la cursilería! / Diego: gracias :)
Curiosamente se me cruza tu post, con este poema:
http://www.poesiaspoemas.com/luis-garcia-montero/en-los-dias-de-lluvia
Así que que fluya lo cursi y que vuelvas a sentirte viva. Más.
Muy bonito. Bienvenida de vuelta, tus seguidores te echábamos de menos!
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