1/2/11

Contra la indiferencia

¿Cuánta sed somos capaces de soportar? ¿Cuántos días sin tocar las teclas del ordenador? ¿Cuánto tiempo aguantamos sin consuelo? ¿Cuánto cuesta mirar hacia otro lado? ¿En qué momento olvidamos que crecer es construir algo nuevo?

Tengo la sospecha de que conocemos las respuestas a todas esas preguntas pero escondemos la cabeza debajo de drogas fáciles y emociones rápidas. Sospecho y dudo porque me reconozco menos y este país de edificios vacíos y playas sin un centímetro libre me da más miedo que alegrías. No se qué hacer pero creo que el silencio es la peor de las derrotas. 

Estoy harta de vivir en este país pero es mi hogar y no quiero irme. Harta de que el lanzamiento de insultos  se haya convertido en costumbre habitual. Harta de que los políticos no se den cuenta de que lo más preciado que tienen, el talento de los jóvenes a los que durante años se han preocupado de educar, se marcha y no piensa volver. Harta de un país en el que está bien pagar casi 100 millones de euros por un futbolista pero no hay dinero para contratar a miles, millones de jóvenes que tienen algo más que un pan debajo del brazo (por ahora). Harta de encender la televisión y ver como todo se rompe en pedazos porque vale más un arsenal de tonterías que un puñado de ideas inteligentes y acabamos intoxicados de basura mientras el periodismo de verdad va desapareciendo.

Y aquí estoy. Casi callada. Casi invisible. Casi inmóvil. Porque lo que falta es que toda esa rabia se transforme en indignación y la indignación en un cambio. Falta encender la mecha y contagiar la esperanza.

Hace un par de horas me he leído el último manifiesto político de los últimos días. Se llama "Indignez vous!" (Indignaos!) y se ha convertido en un éxito rotundo en Francia. Apenas 20 páginas escritas por un señor de 93 años llamado Stéphane Hessel que nos pasa el testigo, que nos pide que actuemos de una vez.

Puede que nos obliguen a huir. Puede que durante un tiempo sigamos contando las monedas en la palma de la mano. Es probable que toda esa pandilla de expertos en endilgar adjetivos malditos ("perdidos") tenga razón y no podamos vivir tan comodamente como nuestros padres.

Pero mientras las manecillas avanzan, cada uno en su camino puede intentar provocar un cambio. Mientras pasa el tiempo miles de ideas están naciendo. Mientras dejamos atrás los libros de historia la historia continúa escribiéndose. Mientras cumplimos años vamos haciéndonos un hueco y podemos cambiar el rumbo. Porque las revoluciones, los días y las horas lo demuestran, existen también en el presente. Por mucho que este sistema de publicidad que adormece y parches que tapan las heridas sin curarlas se empeñe en distraernos de lo verdaderamente importante. No dejemos que el presente agonice antes de convertirse en futuro.

"La peor de las actitudes es la indiferencia. Comportándoos así, perdéis un componente esencial del ser humano: la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella. Creer es resistir. Resistir es creer". (S. Hessel)



(Posible) Banda sonora de todo esto:


5 comentarios:

Peñamil dijo...

Totalmente de acuerdo, pero hay que aprender a luchar por que nosotros no sabemos, hay que saber qué hacer.
De todas formas es más fácil de lo que parece, ¿has visto cómo se pliegan los gobiernos al pueblo cuando está unido? Lo de Túnez y Egipto es una buena enseñanza, yo no lo hubiera creido posible.
Si la gente supiera lo que es controlar su destino, si lo probasen un sólo día, creo que les gustaría, la apatía esa se puede esfumar en un momento.
Lo malo es que aunque aquí los jóvenes no tenemos futuro, no estamos desahuciados así que no creo que ocurra nada de momento.
Pero en el fondo es sólo una chispa lo que hace falta.

Josune dijo...

Hola María:
Me ha gustado mucho tu artículo. Yo también estoy de acuerdo contigo. Es muy complicada la situación a la que nos enfrentamos. La cuestión es la de siempre, ¿qué hacer?, renunciar a nuestras vocaciones, hacer frente a la realidad de un país y formar un partido político de jóvenes, de izquierda de verdad. Porque no solo existe el problema de la deseperanza de los jóvenes, sino que también, la izquierda es casi inexistente en España. No sé qué podemos hacer.
Muxus guapa!!

Yeamon Kemp dijo...

Chapó.

Pero yo me rilo. En cuanto pueda me largo y os dejo en este híbrido de berenjenal y tablao flamenco.

Sandra dijo...

A mí esto cada día me recuerda más a Cuba: un país hecho mierda y la gente tan contenta "es que somos así, a mal tiempo buena cara". Lo que somos es una pandilla de vagos.

Anónimo dijo...

Tempranera y acertada estuviste...es sorprendente ver cómo las cosas se transforman o encuentran un contenedor. Tuviste que sentirte muy realizada durante los primeros días del 15-M. O, ¿quién sabe? Quizá te desencantó por lo tardío.