Aquella niña se parecía tanto a tí que
has querido avisarla
guarda el primer diente roto y el último calcetín perdido
has querido abrazarla los próximos diez años
mira bien los gestos de tu padre y grábalos en tus brazos de arena,
tan finos que se escapan.
Aquella niña hacía música con un caleidoscopio
porque mirar no era bastante
y se escondía en cabañas de paraguas
porque la lluvia era el verano.
Aquella niña
ya no es
Pero, a veces,
la risa atragantada, la inocencia en los vagones,
la piel ganada por cosquillas
lo imposible atado en lazos rojos
la niña vuelve a ser.
1 comentario:
La niña siempre estará ahí, aparentemente enterrada, pero arañando poco a poco la tierra que la sepulta. Déjala que salga y que respire. Sólo ella sabrá darte oxígeno.
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