a las seis de la mañana
-testigo fue este suelo sin huellas, un rótulo fundido y un grupo de sonámbulos rebeldes-
y la humedad de tus labios calientes que se rinden a mí
dulces como las sábanas
que alumbran vida y llanto
ágiles como los animales rotos que vuelven
a cazar
Cuando pasen dos meses olvidaré tus palabras
bailando en una noria azul más alta que la luna y tus delirios
escritos en letras tan pequeñas que ni siquiera tú, en la melancolía, podrás leer
y tus sueños de espuma de mar y árboles lejanos
y tu mirada triste
tu pelo negro
tu vida gritando debajo de ti
Cuando pasen dos años olvidaré todas las cartas que te escribí
y seremos dos páginas seguidas en un libro,
no volveremos a tocarnos hasta que se cierre.
¿Me entiendes? El único veneno es el tiempo
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Josef Koudelka, 1968, Praga |