6/11/13

A las seis y cinco de la tarde

En la arena de noviembre
he tocado una balsa salada de plata
el cielo como zumo de fresas, atravesado
por flechas amarillas.

Soy feliz
aunque no entiendo donde empieza y termina el horizonte.
Sé que el océano se tragará
las lágrimas del hombre.
Tal vez
soy feliz, precisamente, por eso.

Con los pies desnudos y espejos en el cuerpo
te enseño mi fragilidad (salvo en los sueños).
Luego vuelvo a llenarte la boca de preguntas
quiénes somos y, sobre todo, para qué.
Silencio. Ahora
estamos juntos
en la arena de noviembre.